CREATIVE MIND

Quien contempla a un verdadero amigo, es como si contemplara a otro ejemplar de sí mismo. -Cicerón

Mientras más conozco al ser humano, más quiero a mi perro... o gato

Siempre he tenido buena memoria, y de mis primeros recuerdos, puedo contarles esa escena donde yo tenía un año y fracción: mis papás estaban acostados una mañana, mi mamá embarazada de mi hermana Adriana, y yo tratando de ver por la ventana que estaba arriba de la cabecera. Mi mamá había extendido su cabellera sobre la almohada y se quejaba de que yo le pisaba el pelo. Al otro lado de la ventana yo veía a un gato precioso subido en un árbol, mientras yo decía: ?gatito, gatito?. Recuerdo también un temblor donde mi gato (Hermes Trismegisto) estaba más asustado que yo... Ninguno de los dos sabía qué estaba pasando. Recuerdo años después a la Mirri, una gatita parda, que era la adoración de mi hermana Adriana. Un mal día murió la Mirri, y mi papá, para que no sufriera mi hermana, le inventó que la Mirri estaba en el hospital, hasta que encontró a una muy parecida. Por supuesto la Mirri tuvo varias ediciones, como tres o cuatro. Mi hermana siempre fingía que creía que esa nueva gatita, a veces más chica o más clara, o más huraña, era la misma.

Total, que en mi vida siempre ha habido uno o dos gatos por lo menos. No tengo nada contra los perros, pero el único que tuvimos, el Chirris, nos lo regaló algún paciente de mi papá, que seguro no sabía qué hacer con semejante perro mal educado. A nosotras nos dio mucha alegría por fin tener un perro. Era un french poodle, negro, y tenía una colección de mañas: sacaba las toallas sanitarias usadas de la basura y las dejaba por todo el departamento, se hacía pipí en la panera, cada vez que venía algún niño trataba de montarlo... era una calamidad. Al cabo de tanto convivir con gatos un día se quiso brincar a la terraza del penthouse que estaba al lado del nuestro, y fue grande mi susto cuando al volver de la escuela de teatro me lo encontré tirado en pleno Insurgentes. En fin, que nunca hemos sabido educar perros. Me encantan pero de lejos, ya que se merecen dueños que tengan la paciencia y los conocimientos para educarlos. Porque eso de verlos abandonados en una azotea, o encerrados aullando, me da mucha tristeza. Dejé de hablarle a un vecino (médico) cuando me enteré de que para que su perro no diera lata a los vecinos le cortó las cuerdas vocales. O qué tal esos perritos que aún pasados los años se orinan por doquier.

Creo que tener una mascota implica un gran compromiso. No son juguetes, no se les puede abandonar. Son seres que nos dan cariño, compañía y una fidelidad muy difícil de encontrar en nuestros congéneres.

Yo tengo dos gatos. Ambos fueron encontrados tirados en la vía pública en bolsas de basura. Al primero, Matías, lo adoptamos con su hermana Mía, a la cual esterilizamos y en ese momento descubrimos que era Mío. Así que esterilizamos a ambos. Pasado el tiempo, Mió se salió una noche lluviosa y lo atropellaron. Hace como ocho meses una amiga de mi hija Nicole, que corría por la ciclopista, se encontró otra bolsa de basura con tres cachorritos. Uno lo colocamos, otro no sobrevivió y al tercero, Toby, nos lo quedamos. Me parece increíble que haya gente con la sangre fría de tirar a la basura a unos cachorritos. Mi gato, el famoso Matías, olió y lavo al nuevo bebe gatuno y cada dos horas nos lo ponía en el pecho para que le diéramos la mamila. Seguro no sabe a qué hora dio su "mal paso " pero lo ha cuidado con una dedicación que yo diría que es más su mamá que su papá. Ya va siendo hora de que les aprendamos algo a los animales, y si no nos hacemos responsables de darles cuidado, amor, medicamentos, no nos metamos a tenerlos y arruinarles la vida. Ellos sufren, ellos necesitan amor. Son parte de nuestra familia.

@ArlettePacheco